Autor Tema: Crónica de la Quebrantahuesos 2007  (Leído 2362 veces)

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javi

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Crónica de la Quebrantahuesos 2007
« en: 25 de Junio de 2007 22:29 »
Cinco integrantes del club participamos en la QH 2007, una marcha que año a año se supera a sí misma. Para muchos su gran objetivo de la temporada y la razón por la que entrenan durante el invierno, para otros un reto. No hay más que contemplar durante un rato en la línea de llegada los gestos de alegría, y de emoción en muchos casos, tanto de los extenuados ciclistas como de los acompañantes que los esperan ansiosos y preparados, cámara de fotos en mano, para darse cuenta de que la QH no es sólo una marcha cicloturista.

Pero lo que hace grande a la QH es quizá también su mayor enemigo: la masificación. Encontrar alojamiento a un precio razonable en Sabiñánigo es improbable, y para hacerlo en las localidades próximas como Jaca o Biescas hay que andar muy vivo y no esperar a que llegue febrero. Nosotros nos alojamos en el camping Gavín, a 2 kms., de Biescas, y a unos 17 kms., de Sabiñánigo, así que tocó madrugar bastante para poder aparcar la furgoneta dentro del polígono donde está situada la “zona cero”.

A las 7.30 h., media hora antes que en otras ocasiones, sonó el volador que indica el principio de la marcha y, poco a poco, los participantes vamos pasando por encima de la alfombra que activa el chip. La salida, como siempre, es frenética. Es tontería continuar con el plato pequeño porque me rebasan ciclistas por todas partes, así que sin calentar las piernas lo suficiente cargo el plato y aprieto para intentar defender la posición que llevaba de salida, (debido a que el año pasado hice 6h 23min., salía en el segundo grupo). El tramo hasta que se comienza la subida de Somport es peligroso, en cada repecho se suceden las frenadas y el más mínimo descuido te puede llevar al suelo, como le ocurrió a no pocos ciclistas. Tras pasar Jaca ruedo al lado de Abraham Olano, que va muy pendiente de una ciclista uniformada con ropa negra de Giant, igual que él, supongo que sería su mujer, (y quizá el motivo del discreto tiempo que hizo al final 6h. 58min.).

No llevaba muy lejos a la cabeza de la marcha, o al menos eso pensaba yo, pero nada más lejos de la realidad porque, como supe después, a los 10 kilómetros de empezar la marcha dos integrantes del club Inmobiliaria Azpiru impusieron un ritmo fortísimo y se fueron del enorme pelotón siguiendo una estrategia que al final le daría la victoria a uno de ellos, Mikel Azparren. Hay que reseñar que éste es un equipo con secciones en aficionados, master y ciclismo base, y que algunos de sus integrantes ya se codean con los profesionales como fue el caso de Oscar Pujol en la pasada Vuelta a Asturias, y que terminó 5º en esta edición de la QH.

El descenso de Somport se me hizo muy largo debido al frío y a las cervicales que llevaba bastante cargadas. A mi lado pasaban auténticos cohetes. Algunas caídas, como es habitual, pero una que me impresionó sobremanera. A la derecha de la carretera un gendarme señalizaba para evitar que atropelláramos a un ciclista que estaba inconsciente sobre la carretera. Ver aquella imagen, con las gafas torcidas sobre un rostro inexpresivo me marcó para el resto de la marcha. Me empecé a comer el coco preguntándome que tipo de locura era aquella, se supone que iba a disfrutar del recorrido de la QH, a intentar mejorar el tiempo que hice el año pasado, pero asumir riesgos que en el mejor de los casos te pueden costar algunas contusiones o la rotura de la bici... Ese sentimiento ya no se me quitó de la cabeza.
Cuando nos desviamos a la derecha para enfrentarnos al Marie Blanque circulaba en un grupo no menor de 200 ciclistas, que por la estrecha carretera que asciende a la Dama Blanca ocupaba un buen tramo de carretera. Durante la ascensión este grupo se fue fraccionando en numerosos paquetes como pude comprobar en el avituallamiento, ya en la cima, donde paré a reponer agua en los bidones, coger un plátano y hacer “aguas menores”.

Aproveché el tramo llano que hay hasta Laruns para reponer fuerzas, y de nuevo a subir, en este caso el larguísimo Portalet. Al poco de comenzar la ascensión dos ciclistas del Relax-GAM nos adelantan con un pedaleo tan ágil que pronto los perdemos de vista. Las típicas señales kilométricas que indican los kilómetros restantes y el desnivel aún nos hablan de más de 20 kilómetros de puerto, luego ya son más de 10 kilómetros. Por fin superamos la presa de Artouste y la zona más boscosa y se abre a  nuestros ojos el precioso valle de Portalet. Sin embargo los ciclistas nos fijamos en la carretera que queda por delante y se pierde en la distancia. Poco a poco los kilómetros van pasando. Me siento cómodo. He ido adelantando a bastante gente durante la subida. En esta parte final del puerto el viento entra con fuerza, a veces te favorece pero otras veces añade dureza al desnivel. Yo creo que sólo por los 2 kilómetros finales del Portalet ya merece la pena hacer la QH. La gente te anima casi como si estuvieras en el Tour. Pedaleo a través de un estrecho pasillo de aficionados con la piel de gallina. Deseo que se acabe la subida pero me encantaría que durara un poco más para seguir experimentando esa emoción.

Corono el puerto y entro de nuevo en España en un pequeño grupo de seis ciclistas que durante el descenso hacia el desvío de Hoz de Jaca iría incrementándose. En cuanto nos desviamos hacia este pequeño pueblo quito el plato y trato de rodar con desarrollos ligeros porque en esta zona sufrí el año pasado los peores calambres de mi vida. Incluso durante la subida trato de no forzar. Las piernas me piden ir más fuerte pero voy con más miedo que vergüenza, y encima en una curva veo a un aficionado atendiendo a un ciclista que se queja del dolor de los calambres. Cuando ya afrontamos el tramo de hormigón que está cerca del final de la subida fuerzo un poco más y alcanzó a un par de ciclistas que me precedían, pero en Hoz de Jaca vuelvo a quedarme un poco porque paro a reponer un poco de agua.

El descenso hacia Sabiñánigo se me hizo muy duro al principio porque me quedé del grupo en el avituallamiento y me costó muchísimo alcanzarlos, de hecho si no fuera por otro pequeño grupo que venía por detrás no sé si lo hubiera conseguido. Seríamos una docena pero solo 5 o 6 entraban a relevos. Cuando me tocó tirar a mí, nadie me relevó así que levante el pie y me fui a la cola hasta prácticamente el final de la marcha. El que más desgaste hizo sin duda fue un ciclista que llevaba la ropa del equipo Jesús Martín que tiró a muerte durante bastante rato y que pasaría el primero del grupo por la línea de meta.

Al final 6h. 21m., unos 2 minutos menos que el año pasado. Esperaba haber rebajado más tiempo pero la verdad es que hasta la subida del Portalet no me sentí nada cómodo durante la marcha y cuando subía el Marie Blanque ya era consciente de que no iba a acercarme a las 6 horas que era el objetivo que me había marcado.

Con esta ya son 4 participaciones en la QH. Una marcha que como dice todo el mundo “engancha”, pero a la que le estoy cogiendo miedo y se supone que vas a disfrutar, sufriendo sólo por la dureza del recorrido no porque te vayas para casa con alguna avería. Ya veremos que pasa el año que viene...

Enhorabuena al “otro JAVI” por el tiempazo que hizo y a Rubén, Fernando y Bea por terminarla enteros en su primera participación.

 

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