16
Cicloturismo / Crónica de la NO marcha de La Pyreneenne
« en: 10 de Julio de 2012 10:04 »
Imaginaos el panorama: suena el despertador a las 5 de la mañana. Me levantó, me asomó al balcón, sigue lloviendo, como lo hizo durante toda la noche, quizá ahora con más fuerza. Desayuno con la esperanza de que remita el chaparrón pero lejos de ocurrir esto la cosa empeora, suenan truenos. La salida de la marcha era a las 7 de la mañana y me tenía que desplazar desde Lourdes hasta Argeles-Gazost, 15 minutos en coche. ¿Qué hago? Sigue lloviendo fuertemente y ya son casi las 6 y media, o me voy o no salgo. Me asomo otra vez al balcón pero sigue jarreando y la temperatura es baja 11º. Me dejo caer en la cama y pienso en la kilometrada y el gasto que me supuso venir hasta aquí, pero también me acordaba del frío que pasé en la marcha de los Lagos y en que me dije que en esas condiciones no volvería a participar en una marcha. No salgo. A las 7 salté de la cama, me vestí y me fui, en compañía de un sobrino que vino a pasar el finde a los Pirineos, hasta la línea de salida. Llegando a Argeles-Gazost empiezo a ver ciclistas, algunos dentro de los coches pero otros calentando: eran los de la 2 valles, el recorrido corto que saldrían a las 8 de la mañana. No eran muchos, no creo que llegaran a 200. Seguía lloviendo. Tras verlos salir nos dirigimos hacia el Tourmalet en sentido contrario al de la marcha. Las condiciones eran pésimas. Lo que en el valle era lluvia persistente subiendo el puerto empezó a ser granizo y agua nieve. La temperatura bajó estrepitosamente, el termómetro del coche llegó a marcar 3º en la cima. Poco antes de llegar a La Mongie vemos al primer ciclista: "ole tus huevos". Granizaba y tenía que bajar despacio. Iba empapado, con ropa de verano y un chubasquero. Me imagino que muerto de frío. Al cabo de unos segundos aparece otro entre la niebla. Así fueron pasando unos cuantos, no muchos. Me extrañaba no verlos más juntos. Seguimos subiendo. En La Mongie una voluntaria de 200 años nos manda detenernos, se acerca a nosotros y nos dice que subamos con cuidado porque están bajando ciclistas. Si no estuviera en este mundillo pensaría que sólo un atajo de locos podía elegir ese día para andar en bicicleta a 2000 metros de altitud. En las últimas curvas antes de coronar nos encontramos con un ciclista que había decidido dar la vuelta. Con una mano sujetaba el manillar y la otra la llevaba metida en los huevos, literalmente. Iba de corto. Poco después vemos un grupo de cinco o seis ciclistas detenidos en el avituallamiento que la organización había situado cerca de la cima del puerto. Aparcamos el coche y caminamos hasta arriba. A pesar de llevar polar y chubasquero no podía contener el tembleque. La situación allí era bastante triste. No eran pocos los ciclistas que coronaban y se detenían a hacerse la foto junto a la escultura del ciclista que hay en el Tourmalet. Los más afortunados tenían algún familiar o amigo para guardar la bici en el coche y regresar. Otros daban la vuelta. Los más osados continuaban el recorrido.
Durante la bajada del puerto estuvimos viendo ciclistas hasta Bareges. Las caras lo decían todo.
Durante la bajada del puerto estuvimos viendo ciclistas hasta Bareges. Las caras lo decían todo.